Darse cuenta es el primer paso

“Quien quiere hacer algo encuentra un modo, quien no quiere hacerlo encuentra una excusa”

LOS TRES CERDITOS





Había una vez tres cerditos hermanos que vivían muy felices, cantando y comiendo bellotas. Les gustaba la música y cada uno de ellos tocaba un instrumento. El más pequeño tocaba la  flauta, el mediano el violín y el mayor tocaba el piano... Pero en el mismo bosque vivía un lobo que se los quería comer. Los tres hermanitos decidieron hacerse una casa para vivir más tranquilos y seguros, pero no se ponían de acuerdo en los materiales que utilizarían para construir  la casa.

La mía será  de paja  - dijo el más pequeño-, la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.

El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:
- Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores,  - explicó a sus hermanos,  - Construiré mi casa con todos estos troncos y me iré también a jugar.

El mayor decidió construir su casa con ladrillos.  - Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del lobo. Le pondré una chimenea para así poder asar las bellotas que recoja en el bosque.

Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema:  -¡No nos comerá el Lobo!
Entonces de detrás de un árbol grande surgió el lobo, rugiendo de hambre:
- Cerditos, ¡os voy a comer!

Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:

- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!

Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo. El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.

- ¡No nos comerá el Lobo Feroz!
- ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz! - cantaban desde dentro los cerditos.
De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:

- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!

La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del mayor.

¡No nos comerá el Lobo Feroz! - Cantaban los cerditos.

El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta bramó:

- ¡Soplaré y soplaré y la puerta derribaré! - Y se puso a soplar tan fuerte como el viento.

Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía su propósito. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de bellotas. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo, mientras los cerditos cantaban “quien teme al lobo feroz, al lobo, al lobo, quien teme al lobo feroz...”

El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas. Los dos hermanitos menores aprendieron que es sólo con el trabajo como se consiguen las cosas.

FIN

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